sábado, 15 de febrero de 2014

Posted by Sergio Vidal González | File under : , , , , , ,
- Corre -
Una voz rompió el silencio en la oscura calle.
- No saldrás vivo de aquí -
- Te voy a matar -
Asustado, tembloroso... Me puse a  mirar a mí alrededor, pero no ví nada, solo oscuridad y más oscuridad.
La voz seguía sin cesar.
El miedo me paralizó. No podía huir y mucho menos podía pedir ayuda.
- Vas a morir -
La voz cada vez se escuchaba más clara, como si se estuviera acercando.
- Muere -
Un aliento cálido rozó mi cuello desnudo.
Mis piernas temblorosas me hicieron caer sin previo aviso, me dispuse a mirar hacia atrás, pero cuando lo hice no logré ver nada.
Me coloqué de rodillas en el suelo húmedo, mojado... Por lluvias anteriores.
- Quiero beber tu sangre cálida -
Mientras sigo escuchando esa voz amenazante, no puedo evitar llevarme las manos a los oídos y apretarlos con fuerza, con tal fuerza que comenzaron a sangrar.
- ¿Tienes miedo? ¿Quieres llorar? -
El pánico hacia aquella voz amenazante no me dejaba contener las lágrimas...
Después de un rato sin escuchar aquella voz... comenzó a salir niebla, como si de una película de terror se tratase.

No llegaba a comprender lo que está sucediendo... tenía tantísimo miedo, que en lo único en que pensaba era en que ojala todo esto sea una pesadilla y lograra despertar algún día... solo quería que todo esto acabara.
La voz no volví a escucharla... asustado aún, fui levantando la cabeza poco a poco y llegué a mirar al final de la oscura calle...  no podía creer lo que estaba viendo.
Una criatura alta de unos 3 metros aproximadamente, unos ojos blancos con las venas rojas como la sangre, los dientes afilados como cuchillas, tenía unas garras afiladas como sierras, del miedo no pude ver con claridad, pero ví como 4 brazos más salieron de su espalda, con garras afiladas... un total de 6 brazos con garras preparadas para desgarrar cualquier carne.
El miedo me paralizo por completo, sin previo aviso, del mismo cansancio, tuve que parpadear un segundo, tenía los ojos muy cansados... Cuando volví abrirlos aquella criatura, se había ido...

© 2014 Sergio V. González. Todos los derechos reservados