jueves, 16 de enero de 2014

Posted by Sergio Vidal González | File under : , , , , ,
Solté las maletas de golpe, me quedé en estado de shock al volver a ver frente a mí, la casa que me mató.

Un tanto vieja y descuidada, situada en aquella extensa colina. Ella sola, acompañada simplemente por la soledad. La casa era entera de madera y estaba en un estado lamentable.

Me decidí a entrar, recogí las maletas y cogí el picaporte polvoriento con firmeza, lo gire con lentitud y abrí aquella puerta tan destrozada por el paso de los años.

Al entrar en lo primero en que me fije fueron en todas las fotos de mi familia, de la que desafortunadamente fallecieron por causas que aún se desconocen. 

No me acuerdo mucho de ellos, en lo único que recuerdo fue que con 5 años tan solo, fui a jugar por la extensa colina y al terminar, cuando estaba entrando la noche, decidí volver a casa.

Fui corriendo a casa, al llegar, estaba la puerta abierta, entre sin pensármelo, pero al entrar solo podía ver la oscuridad. Las velas estaban apagadas y con mucho miedo, andé hacia delante, pasando por el comedor y susurrando en voz baja - ¿Mamá? ¿Papá? ¿Hermano? - Pero no hubo respuesta alguna.

Y al pasar por el comedor, llegué a una puerta que daba a uno de los dormitorios. Al llegar justo a la puerta, notaba en mis pies un líquido espeso. En ese momento no tenía ni idea de que podría ser.

Cogí el picaporte con cuidado y con un gran nerviosismo, gire dicho picaporte, abrí la puerta con cuidado y lo único que encontré fue mas oscuridad.

Pensé - Hay una gran luna llena, con su luz se podría iluminar algo de esta habitación. - Fui derecho a la ventana, pero antes de llegar a la ventana, tropecé con algo  blando, que me hizo caer. Me di con fuerza en la cabeza contra el suelo, lleno por ese líquido espeso y un tanto asqueroso.

Me levanté un poco aturdido por el golpe recibido. No supe en ese momento con que me tropecé, le di unas pataditas pequeñas. Parecía un animal vivo o algo parecido, pero no se movía nada.

Al ser tan pequeño no era consciente de lo que iba a ver con mis propios ojos. Así me puse delante de aquella ventana grande, cogí las cortinas con las dos manos y las abrí con firmeza y la luz de aquella luna, que parecía sacada de una película de terror, entró como si de un rayo se tratara, iluminando cada rincón de la habitación.

Me quedé perplejo por la inmensidad de la luna, me daba gran miedo y me llegó a paralizar de tal manera que no quería darme la vuelta.

Pero cerré los ojos con fuerza, me giré, quedándome allí paralizado con los ojos cerrados.

Cuando me atreví a abrir los ojos, no me podía creer lo que estaba viendo. Tal fue el terror causado en mí, que me quedé completamente paralizado. Sin poder chillar y sin poder correr.

Del miedo causado, por lo que estaba viendo, llegué a desmallarme y al caer me di fuertemente contra una mesilla de noche situada debajo de la ventana.

No me acuerdo de mucho más, llegué a despertarme en una casa con una familia encantadora que se encargó de cuidarme y de darme una vida sana y saludable y hasta el día de hoy he estado viviendo con ellos.

Pero aquel recuerdo sigue en mi mente, lo que vi aquella noche en aquel dormitorio, fue tan espeluznante que no me atrevo ni a contarlo.

© 2014 Sergio V. González. Todos los derechos reservados